Comparto mucha empatía con mis compatriotas sobre comer comida de casa en el trabajo. Nos gusta la sazón del hogar, saber cómo se ha preparado y el ahorro tampoco está mal. Pero no siempre la hacemos. Para todas las veces que no puedo llevar lonchera a la oficina, paso algún tiempo pensando en cómo comer algo saludable. English here.
Hace poco encontré un menú cercano con sazón como la de mi hogar al que ahora frecuento con mucho gusto. No sin antes tener algunos desaciertos que incluyeron chifas, cevicherías y menus criollos de dudosa procedencia que guardarán el anonimato. Les comparto mis consejos para elegirlo y espero que puedan encontrar un rinconcito que también sientan suyo como yo me siento con La Valeriana de la Avenida Petit Thours.
1. La entrada. Pase mucho tiempo de mi infancia negándome a la sopa pero en el menú al que voy siempre ofrecen unas entradas de sopa muy buenas. No sé cómo perdí tanto tiempo de mi vida profesional pidiendo tequeños y causa. El premio mayor para mi es ahora una sopa que me va calentando y llenando la panza.
2. Comida de casa. Porque me gusta la comida de casa, tengo un espacio especial en mi corazón para los guisos de trigo. De hecho, este fue el primer plato que comí en La Valeriana. Fue casi como en casa, solo que a este le sumaron quesito derretido y un poco de comino. Buenísimo.
3. Higiene y presentación. El gusto empieza por los ojos y antes de echar raíces en este local deambule por otros negocios en la vecindad. La pulcritud de sus negocio es un gran punto a favor. Empezamos bien con una mesa que está limpia. Ganaron mi corazón con la presentación de sus platos que es más agradable aún.
4. Cercanía. Este local queda a cinco o seis cuadras de mi oficina. Llegar es una caminata pausada en mis taquitos. Para mi es un buen ejercicio corto. Las mejores caminatas incluyen sol y buena compañía aunque no temo comer sola o llevarlo conmigo. Ya estamos grandes.
Bono. ¿Mencioné que rellenan tu refresco si se ha acabado?